Medea

Sinopsis

En el año en que se iniciaba la Guerra del Peloponeso, el 431 a. C., Eurípides quedaba tercero (esto es, el último, tras Euforión y Sófocles) en el certamen dramático con la tetralogía que se iniciaba con esta tragedia, que debió de escandalizar a los espectadores con la crudeza de la revisión del famoso mito de la hechicera Medea. Las otras obras eran Filoctetes, Dictis y el drama satírico Los recolectores. La versión de Eurípides de Medea se debió a una finalidad puramente artística: presentar hasta dónde puede llegar la pasión de una mujer herida en lo más íntimo de su ser por la traición de su esposo. Esta tragedia está considerada como una de las más grandes de la historia de la literatura, y ejerció una gran influencia en obras posteriores, tanto literarias como musicales.

La historia de Medea se halla contenida en la muy conocida expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro: Jasón, tras superar las pruebas impuestas por su tío, se llevó a Medea a su patria, casándose con ella y teniendo un par de hijos. Ya Hesíodo, en su Teogonía, había tratado la genealogía de Medea, y Píndaro describió gran parte de la expedición en la Pítica IV, hasta la profecía que lanza Medea contra Jasón. En el siglo V a. C. la leyenda estaba perfectamente fijada, y el único punto de divergencia estaba formado por las diversas versiones sobre la muerte de los hijos de Medea: a manos de los parientes de Creonte, a manos de los corintios, o a manos de su despechada madre, abandonada por Jasón para casarse con otra. La versión de Eurípides sigue al parecer la de Neofrón (poeta de mediados del V a. C.), que hace suya la última opción.