Como en cajón de sastre

Sinopsis

Cuando terminé de escribir este libro, confieso que no tenía muy claro como lo llamaría y estuve a punto de titularlo “Diversas ondas y otros rollos.”

Pero un buen día, se me ocurrió dárselo a mi esposa para que lo leyera, y cuando lo terminó, a mi pregunta de que si qué le había parecido, con todo desparpajo me respondió. “Está muy bien, hay de todo como en un cajón de sastre”

Y recordé que hace algunos años, los sastres por necesidades de su oficio tenían en su taller domiciliario un enorme cajón en que sin orden ni concierto tenían de todo: dedales, agujas, cintas métricas, hilos e hilazas, botones, metros de madera, escuadras, cremalleras, lápices, libreta de apuntes, alfileres, tijeras, trozos de jabón, telas de colores, y quien sabe cuántas cosas más.

Y entonces siguiendo la acertada alusión de mi mujer y la acepción que la Real Academia de la Lengua Española establece para la expresión “cajón de sastre” diciéndonos que es un conjunto de cosas diversas y desordenadas, decidí llamar a mi libro Como en cajón de sastre porque en él hay una serie de narraciones que no tienen cronología, ni orden, ni jerarquía, ni obedecen a ningún plan preconcebido.

Tan diversos son los temas, pero por fortuna la mayoría muy cortos, que van desde las espadas y los caballos famosos, hasta las 12 faenas realizadas por Hércules, pasando por los palíndromos, los Papas que también fueron papás, algunas singularidades del Premio Nobel, el origen del ajedrez, las 7 veces que han enterrado los restos de Hernán Cortés, ¿revela un milagro el santo sudario?, el asombroso paralelismo entre las muertes de Lincoln y Kennedy, la rivalidad artística que existió entre Leonardo y Miguel Ángel, ¿cuándo se obtiene una victoria Pírrica?, la manera inhumana como torturaba la santa inquisición, el tácito lenguaje de las esculturas ecuestres, el espeluznante decreto de excomunión contra Don Miguel Hidalgo y Costilla, entre otras muchas narraciones.

Anhelo fervientemente que este “cajón de sastre” le entretenga en su lectura y no se convierta en un “Cajón desastre” como podría eventualmente ocurrir.

El autor